IV. LA PARROQUIAL
1.- Orígenes de la parroquial.
La Reconquista castellana de fines del siglo XI y XII fue ampliando la frontera del románico procedente del norte. En la zona centro de la Península se originó un románico genuinamente español que será llevado a su plenitud por canteros locales, por eso nos referimos al término románico rural.
Las conquistas de Alfonso VI y en concreto la de Alcalá por el Arzobispo Bernardo en 1118 y la donación de Alcalá y su tierra por parte de Alfonso VII en 1129, habían formado con el tiempo la Comunidad de Villa y Tierra de Alcalá, en la que quedó incluida la aldea del Villar. La intensa repoblación del centro peninsular por parte de los arzobispos motivó la construcción de numerosos edificios románicos. El pórtico de la iglesia románica se convirtió en centro de reunión del Concejo. Se adosaron pórticos o portadas a los costados de las iglesias modestas, pues no cabía la posibilidad de construir monumentales claustros, caso del arco que apareció en la parroquial de Villar en uno de los laterales tras la reforma de mediados del siglo XX. Estos pequeños pórticos eran parte del claustro con su misma organización y finalidad educadora y sirvieron de vehículo de las instituciones medievales más típicas de la sociedad como el Ayuntamiento o Concejo, cuyo funcionamiento se conservó casi hasta nuestros días. En las frías tierras de Castilla el pórtico, en nuestro caso puerta, se adosaba al costado sur o rincón resguardado, proporcionando un lugar abrigado de reunión para los vecinos en el momento de acudir a la misa que, una vez terminada, sería el sitio adecuado para la reunión del concejo abierto tras haber tañido tres veces las campanas o a son de campana tañida y donde se iban a tratar las cuestiones que afectasen al gobierno de la villa por los cabezas de familia. Entre los siglos XII y XIII consideramos la fundación del templo y las razones que nos llevan a tal conclusión son las siguientes:
1.- Resto de una portada, o al menos un arco, también criptas que aparecieron en la última reforma de los años 1948-50 en uno de los laterales del templo.
2.- La respuesta de las Relaciones Histórico-Geográficas de Felipe II en 1576:
“Al segundo capítulo dixeron que el dicho lugar es antiguo porque la fundación del templo que tiene es antiquísimo y parece ser edificado en tiempo de moros”
Efectivamente todo lo que no recordaban lo atribuían a la dominación árabe que quedó en la memoria popular como un momento cronológico límite.
3.- Aunque existiesen ya ciertos caseríos, y no hemos descartado que pudiese vivir ya una comunidad, incluso con un edificio donde celebrar sus ritos, el origen como aldea se produjo en esta época por el aumento demográfico repoblador y la tranquilidad del centro peninsular tras numerosas guerras anteriores. Los lugares repoblados que ya estaban habitados en esta época se les llamó villares.
4.- La similitud con templos de una ruta del norte denominada románico rural, que procedente de Sigüenza y Atienza, penetra en la comarca por Pioz, Pezuela, Valmores hasta llegar a Villar del Olmo.
5.- La dedicación de los templos románicos a la virgen, Ntra Sra de Pezuela, Ntra Sra de Valmores y Ntra Sra de la Antigua de Villar, reforzado por el hecho de llamar antiguas a comunidades religiosas ya existentes tras la repoblación. En las Relaciones de Felipe II de 1576 para la vecina Olmeda y referente a Valmores, donde el concejo de Villar había obtenido terrenos tras su despoblamiento años atrás:
“… más se guardan tres días de ledanías lunes y martes y miércoles, que es voto y vigila el lunes de las ledanías, y van en procesión en un día Señor San Benito, otro día a Ntra. Sra. del Villar que ahí se lleva caridad de pan y vino y cordero, miércoles a la dicha ermita de San Blas, no se alcanza más de ser antiguo voto, otro voto hay que es el día de San Juan y San Pablo, no se sabe más de que antiguo.” (1576)
Con referencia al mismo tema así contestan en Villar a estas Relaciones de Felipe II:
“…hay en el sagrario una caxica con unas reliquias que dicen que son de san Blas y las saca el cura aquel día y no se sabe otra cosa de ellas”. (1576)
Restos del ábside románico de Nuestra Señora de Valmores.
Alcalá y su tierra, dependieron de la Archidiócesis de Toledo y de las Vicarías que se crearon para su mejor funcionamiento, por ser un territorio extenso. El arzobispo Rodrigo Ximénez de Rada creó diez originariamente y a finales del siglo XV las Vicarías de Alcalá y Toledo se convirtieron en Generales, el resto Foráneas. En éstas vivían los Visitadores que cada dos años viajaban a las parroquias y emitían informe al Consejo de Gobernación. Si alguna aldea deseaba realizar obras en su templo o se generaba algún pleito deberían pedir licencia a la Vicaría General de Alcalá, y si fueran de gran alcance a la Corte Arzobispal de Toledo. Villar dependía del Vicario de Alcalá y de un Arcipreste, de la “Iglesia de Santiuste, que es iglesia colegial y está tres leguas, tiene jurisdicción en lo espiritual.” (1576)
2.- Ampliación del templo en los siglos XVI y XVII.
La creación de la Universidad por el Cardenal Cisneros derivó en dos siglos de esplendor artístico en Alcalá y su alfoz, los siglos XVI y XVII. Trabajaron en las aldeas del alfoz unos maestros y artesanos procedentes de Alcalá con un estilo único y reconocible, en un principio con influencia de Toledo, aunque con el tiempo aumentó el peso de Madrid tras su capitalidad de 1561. Estos maestros conectaron los lazos artísticos entre Toledo, Madrid, Alcalá y las aldeas de su alfoz. En el proceso de construcción de estas iglesias intervinieron diversos artesanos, como tracistas, aparejadores, maestros de obras, canteros, albañiles, carpinteros, carpinteros de lo blanco, yeseros, cerrajeros, herreros, tejadores, plomeros, pizarreros, etc. Proceso explicado por Jorge-Elías de la Peña y Montes de Oca en su gran trabajo Iglesias de los siglos XVI y XVII de la tierra de Alcalá de Henares, obra en la que me apoyo para este apartado. Si algún lector está interesado en la construcción de las iglesias del alfoz de Alcalá en estos siglos puede ampliar conocimientos con esta investigación explicada con minuciosidad y precisión.
Estos maestros podían trabajar en varias obras al mismo tiempo y crearon un estilo único que fusionaba el gótico y el mudéjar con los nuevos conceptos renacentistas que aparecían.
Durante estas dos centurias se edificaron la mayoría de estos templos del alfoz. El proyecto de la iglesia de Villar del Olmo se realizó en el siglo XVI, pero se fue adaptando a los gustos del siglo XVII. Las causas por las que se construyeron estos nuevos edificios fueron de diversa índole. Inicialmente un aumento de población de estas antiguas aldeas ya convertidas en villas, aunque excepcionalmente durante el siglo XVI la población de Olmeda, Valverde y Villar disminuirá, produciéndose un ligero repunte demográfico en el siglo XVII, asunto importante como veremos a la hora de financiar su edificación. Otras causas que determinaron la construcción o reforma de estas edificaciones se originaron por fallos estructurales producidos por derrumbes y goteras. También las nuevas necesidades en la liturgia tras el Concilio de Trento, celebrado en el año 1563. Estos nuevos templos debían incluir sacristías para guardar la ropa y los objetos religiosos, además de acometer reformas generales que mejorasen el aspecto de las nuevas iglesias.
El Visitador ordenaba la reforma o demolición tras detectar fallos en estructura, desperfectos o falta de mantenimiento. Normalmente se construían en el mismo lugar donde ya existía la antigua iglesia, raras excepciones como en Tielmes, donde se indica la necesidad de cambiar el templo a un lugar más céntrico.
Aspecto primordial será la financiación, generalmente a través del diezmo o décima parte pagada al Arzobispado. Este diezmo se dividía en tres partes, la primera para la fábrica de la iglesia, la segunda para los curas y beneficiados y la tercera para el Arzobispo. A partir del Concilio de Trento en 1563 se permitieron aportaciones de particulares, donaciones del pueblo llano o la nobleza. El patronazgo consistía en las contribuciones por parte de un noble a cambio de enterrarse él y su familia en lugar destacado y recibir misas en su nombre, forma de aumentar prestigio e influencia en los lugares de donde eran originarios o que habían adquirido. Esta forma excepcional de financiación dejó algún ejemplo en la tierra de Alcalá, como la parroquia de la Asunción de Torres de la Alameda por los Condes de Montesclaros, San Martín Obispo de Valdilecha por Sebastián Cordero Nevares y Santoyo o el caso que nos ocupa, Nuestra Señora de la Antigua de Villar del Olmo por parte de Pedro González de Ocón Pineda y Trillo que sufragó los gastos de la Capilla Mayor en 1621. En la escritura del patronato se refleja que dona 4.000 maravedís anuales.
Provisión del Cardenal-Infante don Fernando de Austria concediendo el patronato de la capilla mayor de la parroquial de Villar del Olmo a Pedro Ocón, 2 de febrero de 1621.
Archivo Diocesano Toledo Fondo reparaciones de templos. Leg. M14 Exp.44, s.f.
“Don Fernando por la gracia de Dios ynfante de España Cardenal de la Santa Yglesia de Roma del título de Santa y administrador perpetuo del Arçobispado de Toledo y primado de las Españas por cuanto por parte de vos Pedro Lopez Solano cura de la iglesia parrochial de Villar del Olmo nois hace relación de que la iglesia está por acabar y la capilla mayor estaba començada mas de 40 años de forma que solo tenía hecho el testero y los arcos y faltaban laterales de la sacristía y retablo y todos los ornamentos (…) y por ser la fábrica de la iglesia pobre y contar el lugar no más de treinta vecinos no se podía acabar la obra y solo sensaba el cuerpo de la dicha iglesia que le dé una puntadita (…) cuenta con peligro grande y en años pasados con licencia del Cardenal Sandoval arçobispo de Toledo que se había dado el patronazgo de la iglesia de San Gregorio de Tapia a Pedro Ocon caballero de la villa y pretendía se le dieran derechos sobre la capilla mayor para en ella cumplir con la voluntad de don Juan de Ocon su padre y llevar sus huesos y un capellán perpetuo. En Villar del Olmo a 2 de febrero de 1621”.
En 1659 el esposo de su nieta Francisca de Ocón Coalla y Córdoba Hurtado de Mendoza, Marquesa de Miranda de Auta (Anta), Pedro López de Lemos y Ulloa Sarmiento, Conde de Almarante, vuelve a solicitar el patronato de la capilla mayor.
Petición del Conde de Almarante de ser el patrón de la capilla mayor de la parroquia de Villar del Olmo, 1 de diciembre de 1659.
Archivo Diocesano Toledo Fondo reparaciones de Templos. Leg. M14 Exp. 44. S.f.
“Diego Duran en nombre del conde y condesa de Almarante don Pedro López de Lemos y Ulloa Sarmiento de Acuña y doña Mará francisca de Ocón Coalla y Cordoba Hurtado de Mandoça su mujer señores de la villa de Villar del Olmo que entre Pedro López Solano cura propio y Pedro González Docon Pineda y Trillo señor que era entonces de la dicha villa de Villar del Olmo abuelo de la dicha condesa mi parte en virtud de la provisión del señor ynfante don Fernando Arçobispo de Toledo primado de las Españas se otorgó escriptura en 2 de febrero de 1621 ante Bernabé de Toledo escribano del ayuntamiento de la dicha villa en que se habría de dar el dicho don Pedro Gonzalez Docon el patronato de la capilla mayor de la parrochial de la dicha villa con çiertas calidades y condiciones (…) muestra haber cumplido con dichas condiciones della y aver hecho la capilla mayor y acabándola con toda perfection los subçesores en la dicha villa suplico a VM mande su provisión para que se otorguen las escripturas de dicho patronato con favor de los dichos de mis partes como subçesores en la dicha villa y señorío en el derecho del patronato de la capilla mayor de la iglesia parrochial de la dicha villa del Villar del Olmo y para que se les consignen los 4.000 maravedís cada año que están obligados en la dicha escritura para la fábrica de la dicha iglesia que reçibire SM demás de ser justicia que pido. En primero de diciembre de 1659”.
Posteriormente don Gaspar de Ocón volverá a reclamar este patronato en 1701, por una anotación en el Libro de Acuerdos de Actas de Villar del Olmo (1662-1725), Legajo 429/1 del Archivo Histórico Municipal de Alcalá de Henares.
“…En la villa de Villar del Olmo, en treinta días del mes de septiembre de mil setecientos y un años, se juntó el ayuntamiento de esta villa según lo tienen de uso y costumbre… y así juntos en él, se presentó por su señoría el señor don Gaspar de Ocón y Salgado, señor de ella, la sentencia y despachos a él juntos de antes de esto contenidos y conforme a ellos pidió su señoría se le dé la posesión del Señorío, su jurisdicción y vasallaje de esta villa, su término y jurisdicción… y le entraron en las casas del ayuntamiento de esta villa y en ellas le dieron la posesión Real actual Civil y Natural del dicho Vínculo y Mayorazgo, jurisdicción, señorío y vasallaje… y habiendo entrado en las casas del Cabildo aceptó su señoría dicha posesión sin contradicción alguna y en señal de ella logró arrimar las varas de justicia a los señores alcaldes… Luego en compañía del señor don Basilio de Hito, cura propio de la Parroquial de ella de cuya Capilla Mayor es Patrón y anexa a dicha jurisdicción y señorío y pidió en virtud de dicha sentencia se le diese la posesión de dicho Patronato y dicho señor cura tomó por la mano a su señoría y le entró en dicha Capilla Mayor y en dicha hicieron oración en el Santísimo Sacramento y después se sentó en una silla al lado del evangelio y dicho señor cura le dio la posesión de dicho patronato”.
Pedro López Solano, cura de la parroquial en 1621, especifica que el edificio se había comenzado más de cuarenta años atrás, por lo tanto, las obras debieron empezar en torno a 1575-80. En 1621 estaba por acabar la Capilla Mayor, sólo la cabecera y los arcos se habían construido. En 1659, según parece en la petición del Conde de Almarante, ya está acabada la iglesia, al menos en sus elementos principales. Aunque D. Pedro de Ocón expresó la voluntad de su padre, D. Juan de Ocón, de llevar a Villar a enterrar sus huesos e incorporar un capellán perpetuo, esto no sucedió así, los restos de don Juan se llevaron a descansar a Madrid, más concretamente en la Capilla de San Justo y Pastor. Ahí enterraron a don Juan y a sus padres, en la capilla de la que era patrona Dª María Francisca de Ocón Coalla y Córdoba, su nieta, Marquesa de Miranda de Auta y Señora de Villar del Olmo. Todo esto lo encontramos en el testamento del hermano de don Pedro también llamado Juan como su padre y otorgado por Mateo González y Ávila el 27 de junio de 1674.
El proyecto para edificar la iglesia de Villar del Olmo pertenece al último tercio del siglo XVI. Comenzó con la obtención de la correspondiente licencia. El proceso partía de la Archidiócesis de Toledo y aquí el papel de los Arzobispos fue fundamental, entre estos años de 1577 y 1594 el Arzobispo de Toledo fue D. Gaspar de Quiroga y Velasco. A partir del último tercio del siglo XVI se encargaba de conceder las licencias de obras el Consejo de Gobernación, en origen llamado Consejo Arzobispal, compuesto por cinco jueces, un secretario o escribano y un relator, además de registrador, amanuense, sellador y portero. Este Consejo fue itinerante hasta mediados del siglo XVI y ejercía en nombre de la mitra toledana. El Visitador partía de la Vicaría General de Alcalá y estaba encargado de la vigilancia y disciplina del clero, era responsable de que se cumplieran los cargos pastorales, del estado de la iglesia y sus objetos de culto, del estado moral de los pueblos y de la administración económica. El Visitador nombraba un cantero como maestro de obras y éste elegía un aparejador que se ocupaba de los materiales, el pago a oficiales y la contabilidad del proyecto.
Cada dos años se fiscalizaban las cuentas y se realizaba inventario de los objetos litúrgicos. El cura de la parroquia y el mayordomo realizaban el contrato con el maestro de obras que solicitaba la licencia e incluía el coste, la solvencia y otros aspectos técnicos y económicos. En el año 1577 se sabe que el Visitador era Hernando de Pineda.
Posteriormente se realizaban las trazas del proyecto, en las aldeas complutenses diseñadas por el Maestro Mayor de Obras del Arzobispado de Toledo. Han dejado constancia algunos de estos maestros en estos años, como Hernán González de Lara en 1553 y Nicolás de Vergara el Mozo en 1598. No se conserva ninguna traza original de estos nuevos templos, pero en las mismas se reflejaban las especificaciones, arcos, muros, materiales, techumbres, etc.
Los materiales empleados en la construcción de estos edificios podían encontrarse en el término municipal o ser traídos de fuera. En Villar se utilizó piedra caliza, ya fuera de canteras locales o de derrumbes anteriores. Sillares en esquinas, zócalos, columnas y mampostería o sillarejo en lienzos de muro. La madera utilizada tradicionalmente fueron las vigas de olmo y sauce (mimbrera). También el yeso, la cal y la arena se obtenían de las caleras y areneros locales cercanos.
La teja utilizada, la árabe de arcilla, se fabricó en varias tejeras del término, existen datos de una tejera en la Almunia durante el siglo XVII y XVIII.
Debemos tener en cuenta que estas obras se prolongaban durante muchos años normalmente, más en el caso de Villar del Olmo que reconocen ser una comunidad pobre y pequeña. En el año 1739 y en un expediente del Archivo Histórico Nacional, AHN/UNIVERSIDADES, 750, N.14, se produce una donación de un cañamar a la fábrica de la Iglesia de Villar por un vecino de Alcalá. Observamos que aún está por concluir o quizás para financiar el retablo del siglo XVIII.
“Villar del Olmo 1739
Escritura
En favor de la fábrica de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Antigua de esta Villa de un cañamar de media fanega en las Pozas de Arriba, término de esta dicha Villa en precio de 450 reales de vellón.
Otorgada
Por Juan Antonio Bayo, vecino de la Ciudad de Alcalá de Henares.
Sepan cuantos esta pública escritura de venta real y perpetua enajenación, vienen como yo Juan Antonio Bayo, vecino de Alcalá de Henares y, estando al presente en esta villa de Villar del Olmo, que por mí mismo y en voz y en nombre de mis herederos y sucesores, y de los que de mí y de ellos hubiese título voz y causa legítima, en cualquier manera vendo y doy en venta real perjuro de heredad para siempre jamás a la fábrica de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Antigua de esta dicha villa del Villar y en su nombre a Fernando López, Mayordomo que es, y a los que en adelante lo fueren, es a saber un cañamar de media fanega que tengo y poseo en término de esta dicha villa, donde dicen Las Pozas del curato, linde con cañamar del curato de esta villa hacia el septentrión, otro de la testamentaría de don Juan de Goyeneche hacia el mediodía, del oriente con tierra de Matías calderón, hacia el poniente el arroyo y madre del agua con todas sus entradas y salidas usos y costumbres servidumbres y todo lo demás que le toca(…)”.
Efectivamente la ampliación más importante de la parroquial se inició en la segunda mitad del siglo XVI. Los avances del siglo XVII fueron continuistas de lo proyectado, añadiéndose el transepto para formar una planta de cruz latina e incorporando una cúpula sobre el crucero, sostenida por pechinas que parece ser estuvieron pintadas con los cuatro evangelistas. Esta cúpula descansa sobre una cornisa decorada con elementos renacentistas y en dos columnas lisas de gran tamaño. La cúpula exterior se terminó cuadrada sobre el crucero. La nave principal quedó dividida en tres naves longitudinales en origen del siglo XVI, separadas por ocho columnas y arcos de medio punto que daban entrada a las capillas laterales con rejería barroca, dedicadas a la Virgen de la Soledad, San Antón, San Isidro, San Roque y la Virgen del Carmen, no descartándose otras distribuciones que varían según la fuente consultada. En la nave central abovedada de medio punto se utilizó el cañizo y el yeso visto. A este tipo de iglesia algunos autores, estudiosos de estos templos, han denominado pseudo-columnaria.
Las naves del edificio se proyectaron en bóveda de cañón con arcos fajones y con lunetos que se abrían sobre las ventanas para que la luz penetrase al interior del templo. La cabecera del ábside se concluyó recta, típica del Renacimiento, y no poligonal como en otras parroquias más influidas por el Gótico.
El armazón de madera que cubría la nave a diferentes alturas, desapareció totalmente con la reforma de los años 1948-50, ya que el cuerpo principal se destruyó por completo y se volvió a construir en una sola nave. También se destruyó la antigua espadaña y el cementerio se trasladó a la parte posterior de la iglesia, pues en sus orígenes habían sido osarios en criptas con acceso directo desde el interior del templo. También bordeaba una sacristía la parte anterior donde hoy se encuentra el centro cultural.
Las espadañas de estas iglesias se levantaron en parroquias de menor entidad por la imposibilidad de anexar un campanario, pues aumentaba el coste, como es el caso de la antigua espadaña de Villar coronada por tres campanas, cuatro adornos y una cruz renacentistas en piedra. Se puede leer una inscripción en las campanas perteneciente al año 1793.
Esta gran ampliación del siglo XVII dejó dos puertas de entrada. La entrada sur que da acceso al templo sin ningún tipo de adorno y la portada de la cabecera que vemos en la imagen con un arco de medio punto y una hornacina que probablemente en su día contenía una imagen en piedra de la titular de la parroquial y que hoy en día se encuentra sobre la puerta sur.
Foto de la antigua espadaña.
En la Capilla Mayor existieron tres lápidas sepulcrales, una de ellas totalmente ilegible. De las dos que se conservan actualmente adosadas a la pared del interior, la primera sólo conservada la mitad, podría haber sido tallada a mediados del siglo XVI. Estoy en condiciones de concluir su lectura completa. De la parte que falta tomaron nota una veintena de caballeros en el expediente de Pruebas de Nobleza para ser incluido en la Orden de Santiago a D. Diego de Navamuel Barreda y Ollauri, donde quedó testimonio. Don Diego nació el 6 de marzo de 1664 y su expediente se conserva en el Archivo Histórico Nacional, signatura número 5.678, ES 2807 AHN/OM-CABALLEROS SANTIAGO. En este informe se relata como veinte caballeros informantes viajan a Villar del Olmo para comprobar la certeza de los orígenes de D. Diego y literalmente escriben: “También reconocimos las casas y entierros que los testigos dicen tenía el dicho don Luis de Ollauri (Ellauri), y hayamos que las casas están en la plaza, y que son antiguas y principales, con escudo de armas de piedra y encima de la puerta, que dicen son de los Ollauris, y en la Iglesia Parroquial en medio de la Capilla Mayor están tres losas de mármol con las mismas armas de la casa grabadas, y todas con letreros alrededor de letra antigua y tan gastadas, que sólo de una de las losas se pudo leer: “Aquí está sepultado el ilustre Diego de Ollauri Paredes, Contador (cobrador) que fue de cuatro Arzobispos de Toledo”.
La economía diocesana se basaba en el cobro de diezmos, estructurada en dos Contadurías mayores de Rentas Decimales, una en Toledo y otra en Alcalá de Henares. Compuestas por un Contador Mayor, dos Escribanos Mayores un Mayordomo y un Contador en cada parroquia, según el número de habitantes. No podemos precisar el tipo de contador del Arzobispo al que se refiere la inscripción de la lápida, lo cierto es que el escudo incompleto que aparece en la lápida puede pertenecer a Fray Bartolomé de Carranza y Miranda, Arzobispo de Toledo entre los años 1558 y 1576. El escudo completo de la parte inferior pertenece a Juan Pardo de Tavera, Arzobispo desde 1534 hasta 1545.
Esta familia de hidalgos habitó en Villar desde antiguo, el referido Diego de Paredes y Ollauri, titular de la lápida y enterrado en la Capilla Principal de Villar del Olmo, se había casado con Aldonza Alcocer de familia principal de Alcalá de Henares. Su hijo, Antonio Ollauri, se casó con Mariana de Medinilla. Su nieto, Luis de Paredes Ollauri y Medinilla Alcocer y Cetina, nació en 1587 y fue alcalde del estado de los hijosdalgo de Villar del Olmo entre 1624 y 1628, donde poseyó casas principales y derecho de entierro en la Capilla Mayor, aunque fue sepultado en 1645 en el Convento del que era Patrono de Santa Úrsula de Alcalá. Caballero de la Orden de Montesa muy ligado a la historia de Alcalá de Henares, al igual que sus bisnietas Mariana y Antonia Ollauri Paredes y Coronel, ésta última natural de Villar del Olmo, bautizada en la Parroquial de Villar el 19 de octubre de 1615. Su tataranieto, Diego de Navamuel Barreda y Ollauri, gracias al que obtenemos esta valiosa información, por su expediente de Prueba de Nobleza del año 1664, cuando ingresó en la Orden como Caballero de Santiago. Todo este proceso es descrito por Juan de la Barreda y Acedo-Rico en su libro Viejas familias de Alcalá de Henares.
Detalle: “…fue de cuatro arzobispos…”
La segunda lápida la podríamos datar a finales del siglo XV o principios del siglo XVI. Como hemos visto los veinte caballeros que realizan las comprobaciones en el expediente de nobleza de don Diego dicen literalmente que las otras dos lápidas son ilegibles ya en el año 1664, en consecuencia y más de trescientos años después, tras haber estado largo tiempo en el exterior de la iglesia, considero tarea difícil su lectura, aunque a duras penas se puede leer: “…reposando los honrados Bernardino de Valdés y María de Barrientos los cuales ponga dios a su gloria…”.
Por las Relaciones Histórico Geográficas de Felipe II en 1576 conocemos que habitaban ciento diez vecinos en la ya villa del Villar, de los cuales siete u ocho eran hidalgos, por ello las personas enterradas bajo esta losa podrían haber pertenecido a una de estas familias. En las Relaciones Geográficas para Pezuela se indica que a finales del siglo XV o principios del XVI aparecieron estos hidalgos en las aldeas de la tierra de Alcalá:
”Se quebró más de setenta años por la Concordia entre Alcalá y su tierra por haber venido a gobernar en los pueblos hombres hijosdalgo interesados en el negocio…” (1576)
En el año 1676, según una anotación en las Cuentas de Propios del Concejo de Villar del Olmo, Legajo 428/1 (1619-1730), dotaron una partida para la construcción de la ermita de San Isidro. No he podido constatar si se trataba de una nueva o de una refundación de las ya existentes y citadas en las Relaciones Histórico-Geográficas de Felipe II en 1576, de San Sebastián y San Bartolomé.
El Catastro del Marqués de la Ensenada para Villar del Olmo en el año 1752 enumera las propiedades y rentas de la Iglesia y religiosos, el cura párroco, Francisco Hacha, bienes de la Iglesia de Pezuela en Villar y los Cabildos del Rosario, la Santísima Trinidad y las Ánimas, como se verá en capítulos posteriores. Las Relaciones del Cardenal Lorenzana en 1782 completan esta visión durante el siglo XVIII.
La reforma referida de mediados del siglo XX se realizó sin ningún criterio artístico restando espacio a la iglesia. Se perdieron definitivamente todas las capillas laterales con su correspondiente rejería, el púlpito, los retablos que completaban al principal, el cual no llegó a desaparecer por la oposición tardía del pueblo de Villar. Cambió la primitiva fábrica del edificio y desapareció un lienzo de San Antonio que se recuerda entregando un pergamino al niño Jesús, en el lado izquierdo y en el derecho la Santa Trinidad y San Pedro y San Pablo.
3.- Capilla anexa Purísima Concepción.
La capilla adosada que sobresale al exterior con un estilo que podríamos clasificar neo-mudéjar la financió don Ángel Pérez Villalvilla, Arcediano de la Catedral de Burgos, en el año 1.908. En el interior destaca la planta circular con aspecto neo-románico y pilastras pareadas adosadas. En el Archivo Histórico Nacional, UNIVERSIDADES, 6748 EXP. 9 se encuentra el expediente académico de Ángel Pérez Villalvilla, alumno de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central. Natural de Villar del Olmo (Madrid), Doctor en Filosofía y Letras. El Título de su Tesis Doctoral, “Motivos que impidieron a los escritores cristianos de los primeros siglos de la Iglesia”.
Las siguientes fotos pertenecen a los Fondos del Patrimonio Bibliográfico y datan de la inauguración de la capilla. Se observan con nitidez las tres naves antes de ser destruidas.
Mención a la patrona, una imagen de vestir barroca dentro de una hornacina, anteriormente ubicada en la capilla lateral central de la nave principal. Es una dolorosa de tamaño natural que generalmente, como en otros casos, se le denomina Soledad, con toca y túnica blanca y manto negro. Este contraste claroscuro de su indumentaria dota a esta imagen de expresividad y fuerza plástica. Su posición de rodillas, frontal, resignada, con lágrimas de dolor, serena y meditando.
4.- El retablo mayor.
De gran valor artístico es el retablo barroco del Altar Mayor con una estructura regular compuesta de un cuerpo principal y un ático rematado en semicírculo, en el que destaca una paloma envuelta en una aureola de rayos. El cuerpo principal se divide en tres calles por cuatro columnas corintias con estrías verticales apoyadas en pedestales que alargan aún más las calles hasta el suelo, las dos centrales enteras y las dos exteriores medias adosadas.
Por sus características lo podríamos encuadrar en la Escuela Madrileña que tuvo su esplendor en el siglo XVII y de la que está influenciado, aunque por sus elementos decorativos podría haber sido terminado en una época tardía del barroco, incluso en el siglo XVIII, siendo lógico que se enriqueciera notablemente la iglesia por el aumento demográfico que dobló la población. De madera dorada que imprime luminosidad al interior del templo, con guirnaldas, hojarascas, angelotes, racimos y motivos del Sagrado Corazón, imagen que curiosamente se profesa con devoción en Antequera, ciudad de procedencia de los señores de la villa durante los siglos XVII y XVIII, además de citarse en diversas ocasiones a los señores como patrones de la capilla principal.
Su estructura fue la común en los retablos del centro peninsular, muy influidos por Pedro de la Torre y los hermanos Bautista y Alonso Cano, hasta la aparición de José Benito de Churriguera, tan presente en el cercano Nuevo Baztán. Madrid fue receptora de escultores que aunaron tendencias y llagaron a exportar a otras regiones creatividad. Debió de encargarse a algún taller de la capital. Tiene líneas arquitectónicas y simétricas con forma plana del que únicamente sobresale la calle central y la cornisa quebrada con entrantes y salientes en los puntos que apoyan las columnas. En el pasado estuvo completado por dos partes a ambos lados del mismo, pero ya sólo quedan restos de columnas corintias de menor tamaño que las del principal. Estos altares estuvieron en el pasado dedicados al Rosario y la Candelaria el izquierdo y el derecho a la Virgen del Amor Hermoso, a San Antonio y Santa Lucía, después a San Expedito y Santa Águeda y finalmente una imagen de la Inmaculada en porcelana. Del intercolumnio central y coronado por un frontón curvo partido destaca la exaltación de una sola imagen que prima sobre el resto, ya que requería el acceso directo al cristo por ser un culto popular de un pueblo sencillo. Una tabla pintada sirve de fondo y Calvario para este crucificado del que no se podría precisar si la autoría se debe al ensamblador del retablo, pues frecuentemente eran arquitectos, escultores, pintores y ensambladores o encargaban a terceras personas este tipo de obras. Es una talla pequeña de madera sobre una tabla, un solo clavo en los pies, paño de pureza con pliegues sencillos, posición humillada con los brazos relajados y cuerpo arqueado, proceso natural del abarrocamiento de la época tardía. Por último, destaca un tabernáculo de planta cuadriforme con un sagrario decorado con el Sagrado Corazón, todo ello sobre unos escalones; en conclusión, muy equilibrado y estilizado.